26 Pues aunque me libre al presente del castigo de los hombres, sin
embargo ni vivo ni muerto podré escapar de las manos del Todopoderoso.
27 Por eso, al abandonar ahora valientemente la vida, me mostraré
digno de mi ancianidad,
28 dejando a los jóvenes un ejemplo noble al morir generosamente
con ánimo y nobleza por las leyes venerables y santas.» Habiendo
dicho
esto, se fue enseguida al suplicio del apaleamiento.